Milicias en Irak dejan sede de EE. UU. pero tensión persiste
El ataque ocurrido el último día del año al complejo de la embajada de Estados Unidos en Bagdad por parte de milicianos respaldados por Irán es una demostración clara de que Irán aún puede afectar los intereses estadounidenses a pesar de la campaña de sanciones económicas que impuso el presidente Donald Trump.
El asalto a la sede también revela tensiones crecientes entre Washington y Bagdad, lo que genera dudas sobre el futuro de la misión militar estadounidense allí. Trump, quien aspira a la reelección en 2020, amenazó tras el asalto a la sede diplomática con tomar represalias contra Irán, pero luego dijo que no quería guerra.
Los disturbios fueron provocados por ataques aéreos lanzados por Estados Unidos el domingo contra las bases de la milicia respaldada por Irán Kataeb Hezbolá, en represalia por ataques con misiles que mataron a un contratista estadounidense en una base en el norte de Irak la semana pasada.
Las multitudes quemaron objetos, arrojaron piedras y rompieron cámaras de vigilancia y traspasaron un perímetro exterior de la embajada fuertemente vigilada, pero no entraron en el complejo principal.
Ayer volvieron a aglomerarse en los exteriores de la sede, pero fueron dispersados por marines estadounidenses, que llegaron desde Kuwait. No se reportaron heridos en los dos días de protestas.
Poco después la Fuerza de Movilización Popular, que agrupa a varias milicias aliadas de Bagdad, emitió un comunicado pidiendo a sus seguidores que abandonaran la zona en respuesta a un pedido del Gobierno, y añadió que “su mensaje ha sido recibido”.
Los manifestantes retiraron tiendas de campaña y se trasladaron al lado opuesto del río Tigris, fuera de la llamada Zona Verde que alberga oficinas gubernamentales y embajadas.
“Después de lograr el objetivo previsto, nos retiramos de este lugar triunfantes”, dijo Fadhil al-Gezzi, un miliciano. “Hicimos que EE. UU. cayera de bruces en la tierra”, agregó.
La gran embajada, construida a orillas del río Tigris durante la ocupación EE. UU. tras la invasión de 2003 que derrocó a Sadam Huseín, es la misión diplomática estadounidense más grande del mundo.
Ante el ataque, Trump ordenó que 750 soldados de EE. UU. sean enviados al Medio Oriente y que 3000 más se preparen para un posible despliegue en próximos días. El secretario de la Defensa, Mark Esper, dijo que autorizó el despliegue inmediato de un batallón de infantería y según un funcionario serían 4000 efectivos de la Fuerza de Respuesta Inmediata e irían a Kuwait. (I)
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