En Guayaquil las virtudes son orgullo; los defectos preocupan

El semáforo se pone en rojo y el tráfico se detiene de lado de Ayacucho, en su intersección con Lorenzo de Garaycoa, en el centro de Guayaquil. El paso cebra, bien señalizado y dedicado exclusivamente para el cruce de peatones, se ve interrumpido por dos autos.

La gente que esperaba, ansiosa, debe zigzaguear por entre los otros carros, con dificultad. Dos jóvenes, de 20 años más o menos, frenan en su intento de cruzar. Uno de ellos toma del brazo a una señora de la tercera edad, que lleva una funda y no puede culebrearse entre los autos. El otro se acerca a la ventana de uno de los carros invasores del paso cebra e increpa al conductor. Este, de unos 30 años, le responde en voz alta: “¡Qué, te crees ATM! No jodas, hijo de… Metido…”.

Este hecho es solo una de las escaramuzas que a diario se viven en las calles de Guayaquil. Una lucha entre dos jóvenes solidarios, que ayudan y se preocupan de los demás, y un hombre individualista, un taxista informal que solo le interesaba que cambie la luz del semáforo para avanzar unos metros y tomar pasajeros.

Cada uno representa de alguna forma a quienes residen en esta ciudad,que hoy se viste de alegría al iniciar sus festejos por los 484 años del inicio del proceso fundacional.

Los guayaquileños de nacimiento y quienes residen y luchan por esta ciudad tienen su sello de solidaridad.

Según historiadores, sociólogos, sicólogos, educadores y ciudadanos de distintos sectores, los casi 2,9 millones de habitantes de Guayaquil tienen un cúmulo de virtudes. Se cataloga al habitante como espontáneo, trabajador, franco, solidario, hospitalario, optimista, responsable y alegre.

Pero, asimismo, una parte de esos habitantes demuestra otras actitudes, defectos que se contraponen. Los mismos analistas han señalado que hay individuos que son sabidos, impuntuales, impulsivos, indisciplinados, irrespetuosos, individualistas, soberbios, con falta de civismo y malhablados.

Análisis del comportamiento de los guayaquileños

Lo positivo

  • Espontáneo
  • Trabajador
  • Franco
  • Solidario
  • Hospitalario
  • Optimista
  • Emprendedor
  • Responsable
  • Alegre
  • Libre
  • Amigable
  • Valiente

Lo negativo

  • Ingenuo
  • Sabido
  • Impuntual
  • Impulsivo
  • Indisciplinado
  • Irrespetuoso
  • Falto de civismo
  • Mal hablado
  • Individualista
  • Soberbio

En la avenida Francisco de Orellana, junto al Complejo 3 Cerritos, conductores paran a orinar en los postes de alumbrado público. Foto: Ramón Zambrano.

En calles, centros comerciales, espacios recreativos y en la vecindad se ven estas otras actitudes, aquellas defectuosas.

Luis Bravo y Juan Quimí cuentan que el residente en este ciudad se muestra amigable, transmite alegría al resto, pero hay quienes muestran otra cara, al aprovecharse para ‘colarse’ en la fila de ingreso al servicio de bus público o en cualquier dependencia, incluso afloran con su impuntualidad al llegar a una cita, o muestran su audacia al circular por el carril exclusivo de la Metrovía, para lo que hasta sacan las placas de su carro para que no les capte la cámara y les multen.

Hay individuos que cruzan la calle lejos del paso cebrase orinan donde sea. Otros usan la acera para dejar su auto y hasta construyen con rejas una extensión de su estacionamiento.

Dos personas se enfrentaron la semana pasada a causa de un accidente de tránsito en la avenida Pedro Menéndez Gilbert. Foto: Álex Vanegas.

Para Rodolfo Chang, rector del Colegio Politécnico (Copol), las cualidades de los guayaquileños como ser solidario y hospitalario puede llevarlo a los defectos, que los considera como una “virtud en exceso”.

“Tenemos muchas más virtudes que defectos; ese exceso en la virtud cuando no está regulada a partir de la reflexión o indagación que uno pudiera aportar hace que se convierta en exceso”, agrega él.

Cita el caso que su amabilidad al escuchar puede llevarlo a ser ingenuo y propenso a ser engañado en trámites.

En cambio, José Antonio Gómez Iturralde, exdirector del Archivo Histórico de Guayaquil, considera que a partir de la última generación se ha ido perdiendo el respeto al prójimo, algo que antes se inculcaba en casa con la guianza de los padres. “Como madre y padre trabajan le dan mucho valor a la posesión de bienes y eso está bien, pero descuidan la formación de los hijos”, comenta.

Considera que ahora los padres creen que la escuela es la que educa y ellos no hacen nada. El director de Cultura, Melvin Hoyos, cita una gama de altas virtudes sociales, pero resalta que en ocasiones el guayaquileño peca de individualista y evita el trabajo en grupo.

Un análisis más profundo lo emite el historiador Willington Paredes, quien plantea que actualmente existe una grave falta de cívica urbana.

Refiere que hay poco sentido de vecindad y un ‘gravísimo’ deterioro del compromiso con el entorno, que la mayoría son moradores que exigen derechos, pero no cumplen sus deberes; hay pocos ciudadanos.

En cambio, Gustavo Zúñiga, director de Aseo, considera que las personas que buscan ser “sabidas”, se autoengañan. “Es un engaño que se hacen a sí mismos, porque deben entender que cuando se vive en una sociedad, sus acciones no perjudican solo al otro, nos perjudicamos…”, sostiene.

Cada uno de los entrevistados cita hechos que se podrían encasillar en algún punto de la lista de defectos.

Así, ir al cine, sacarse los zapatos y poner los pies en el espaldar de enfrente; sacar la basura a horas que no corresponden y hasta colocar la funda de desechos en alguna parte del auto para que caiga donde sea; botar los envases por la ventana del carro, consumir productos en los comisariatos y dejar las fundas o recipientes en las perchas. Y más.

En las calles guayaquileñas los mismos residentes consideran a estos individuos como sabidos, o mejor les dicen que son “aviones”, “porque no corre, sino vuelan”. Hoy se inicia la fiesta juliana, etapa para hacer compromiso de mejorar. 

Costumbres de antaño eran un cúmulo de  valores, hoy perdidos

Los hijos esperaban la presencia de su padre para sentarse a almorzar en la mesa, nadie lo hacía sin camisa, allí se aprendían los modales sobre cómo servirse los alimentos.  Esas dos anécdotas recuerda el exdirector del Archivo Histórico del Guayas, José A. Gómez sobre cómo se han ido  perdiendo las buenas  costumbres.

“Todos los valores se adquieren del padre y la madre, hoy los padres creen que la escuela enseña y forma,  eso no es verdad”, cita y  cree que hay una indiferencia a la vida.

El historiador Willington Paredes profundiza en una serie de anécdotas que demostraban el sentido de pertenencia de los guayaquileños. Una de esas, cuando pasaba el recogedor de basura iba  gritando por las peatonales y todos los vecinos sacaban en ese instante sus desechos. No había ciudadanos que echaban fundas fuera de horarios o en sitios inapropiados.

 Melvin Hoyos,  director de Cultura, agrega que el municipio busca dar a conocer la historia y considera que el sistema educativo se debe reformar para recuperarla. 

Moradores no utilizan el paso peatonal y saltan las rejas que se encuentran en la avenida 25 de Julio frente al Mall del Sur . Foto: Álex Vanegas. 

Deficiencia del conocimiento de  cívica urbana y de la identidad

El historiador Willington Paredes  recuerda que su maestra de cívica urbana los llevaba a visitar cada uno de los sitios emblemáticos de la ciudad. Así aprendían sobre la  ubicación de estos sitios y su  importancia en la historia.  

Considera que se debería volver a implementar el estudio del  alfabeto de Olmedo, ya que para él  hay una falta de la memoria sociocultural y carencia de cívica urbana por lo que, en muchos casos,  la identidad de Guayaquil no se puede defender por parte de un buen número de locales.  

Sobre ello, Paredes atribuye que  los maestros no están totalmente preparados para formar en estas áreas.

Además agrega que en Guayaquil hay pocos “ciudadanos” porque ese término se enmarca en ser  un actor social que tiene un vínculo estrecho con su entorno. Para él, hay más moradores que exigen derechos y no  sus deberes. 

“La ciudadanía es pequeña, frágil y no ha sido cultivada, tiene poco compromiso con el desarrollo urbano físico. Vea cómo a los 15 días deterioran un parque”, recalca. (I)

EL UNIVERSO