Humo blanco a martillazos
Con un mes de retraso, César Litardo consiguió nombrar presidentes de las tres comisiones que faltaban. El único problema: a dos de ellos nadie los quiere.
Un presidente de la Asamblea que se niega a calificar una moción previa (más extraño aún: que decide dejarla para más tarde) en el afán de no alterar el ritmo de su precaria aplanadora; un legislador socialcristiano (Vicente Taiano) cuya intervención fue continuamente interrumpida por los entusiastas aplausos de la bancada correísta… En una sesión así, corta pero llena de rarezas, el Pleno de la Asamblea Nacional consiguió destrabar por fin, a la quinta semana de intentarlo y con apretados 75 votos a favor de la moción oficialista, la crisis de las comisiones legislativas que permanecieron un mes sin presidentes.
Humo blanco: Educación, Derechos de los Trabajadores y Gobiernos Autónomos, las tres comisiones en las cuales el acuerdo de la nueva mayoría no funcionó, en parte por desacuerdos entre sus propios miembros, en parte por la efectividad del boicot que opusieron correístas y socialcristianos, tienen ya quienes las presidan. Finalmente el oficialismo, CREO y el BIN lograron repartírselas. El presidente César Litardo se quitó así un peso de encima: cuatro veces había convocado al Pleno para resolver el asunto y cuatro veces salió con el rabo entre las piernas, suspendiendo la sesión o, simplemente (como ocurrió la semana anterior), no instalándola ante la perspectiva de no tener los votos suficientes para salirse con la suya.
En dos de las comisiones la mayoría logró ratificar los términos iniciales de su acuerdo legislativo. María José Carrión presidirá la de Derechos de los Trabajadores tal como estaba previsto, en contra de la voluntad mayoritaria de sus miembros que eligieron ya (con siete de doce votos) al socialcristiano Vicente Taiano. La vicepresidencia de esa comisión recayó en otra oficialista: Karina Arteaga. En la de Gobiernos Autónomos se ratificó igualmente a Héctor Yépez(CREO), como se había acordado. Wilma Andrade (BIN) será la vicepresidenta. En Educación, en cambio, la designada Jeannine Cruz (CREO) tuvo que sacrificar sus aspiraciones en beneficio de Jimmy Candell (BIN) y conformarse con la vicepresidencia.
Taiano, cuya elección como presidente de la Comisión de los Trabajadores fue anulada por el Consejo de Administración Legislativa (CAL), fue la estrella de la tarde. Calificó la decisión como “precedente nefasto” y, serena pero implacablemente, trapeó el piso con el asesor jurídico de la Asamblea, a quien llamó despectivamente “tinterillo” y acusó de “llevar a la presidencia, el CAL y la Asamblea al barranco”. El socialcristiano presentó, como moción previa, la propuesta de revocar la resolución del CAL y ratificar lo actuado por todas las comisiones.
La moción previa, por definición, condiciona el tratamiento de la moción principal y, según elemental procedimiento parlamentario, debe votarse de inmediato. Sin embargo, Litardo se la sacó de encima con una facilidad pasmosa: “He procedido a no calificarla”, dijo, y siguió adelante sin dar más explicaciones.
Nadie puede culparlo: la crisis de las comisiones, que llevaban un mes en la inactividad por falta de acuerdos, era la piedra en el zapato de su presidencia. Sin embargo, decir que la resolvió resulta generoso. Más exactamente, pateó el problema. Ahora los presidentes (al menos María José Carrión y Héctor Yépez, porque Candell sí cuenta con respaldo en Educación) se encuentran en el difícil predicamento de dirigir sendas comisiones cuyos miembros, en su mayoría, no quieren saber nada de ellos, que específicamente los rechazaron y eligieron a otros y que, como ocurrió en la legislatura anterior con las comisiones presididas por los correístas que perdieron respaldo cuando se dividió el partido, harán todo lo posible por amargarles la vida. Sí, Litardo se sacó un problema de encima. Pero creó una bomba de tiempo.
Flores y su hijo, en líos
Nuevo escándalo servido en la Asamblea: Cecilia Canchig, legisladora alterna de Fernando Flores (CREO), presentó oficialmente contra él una denuncia por falsificación de documentos públicos con el fin de principalizar a su hijo, Juan Fernando Flores. El aludido se acogió al silencio pero admitió que su hijo lo reemplazó en una ocasión en el Pleno.
EL EXPRESO