El semáforo les permite negociar en 50 segundos
Rápidamente toma una escalera metálica, la pone en media vía y con agilidad felina sube hasta el octavo escalón. Nadie sabe cómo, pero logra mantenerla totalmente recta mientras está arriba.Luego saca tres paquetes de bolos y hace malabares, los lanza y recoge. Todo es rápido, incluso se da tiempo para hacer una reverencia, como si estuviera en un escenario. Luego baja velozmente, deja la escalera arrimada en un poste y prosigue a pedir colaboraciones a los conductores que vieron el micro espectáculo.Unos le dan 10 centavos, otros 25 y los más generosos 50. En cada presentación la recaudación es incierta, a veces no le dan nada y otras llega a 75 centavos. En todo un día puede recaudar 30 dólares. El semáforo de la calle América y avenida del Ejército es su mejor aliado por el tiempo que demora en cambiar de rojo a verde.En realidad, los 50 segundos que tiene cada tiempo atraen a todo tipo de vendedores. Allí, en un pestañeo del semáforo es posible negociar gafas, protectores de sol para los carros, memorias con música, peluches, El Diario, vasos o recibir una lavada del parabrisas. Todo eso en tiempo récord.Acción. El lugar es una feria y una oportunidad de trabajo para más de 20 personas que cada día, y en diversos horarios, se ubican para brindar algún servicio a conductores estresados o acalorados que en ocasiones se ríen de los eventos y en otros se molestan por que se les atraviesan en el camino.Pablo Proaño tiene 8 años trabajando allí, vende múltiples productos que trae desde Picoazá. Aseguró que le compran “porque aquí todo es barato, aunque eso sí, todo negociable”. Hay cosas desde un dólar”, indicó. Mencionó que en un minuto debe negociar con un posible comprador antes de que acelere y se vaya.Jair Solórzano vende charolas para bufette. Es un accesorio elegante, plateado, como los que se observan en las películas extranjeras. “Allí se puede cocinar el pavo”, dice optimista a quien lo escucha. Por cada charol pide 10 dólares. Al día vende 3 de estos accesorios, dijo.Niurka Larez es una escultural venezolana de ojos color miel. Ella vende periódicos y menciona que el lugar es fabuloso para la venta. Agregó que empezó vendiendo 60 ejemplares diarios y ahora ya está por los 100. “Los varones son los más lectores”, dijo.Mencionó que gracias a Dios con este negocio, más otro complementario que tiene en las noches, puede comer carne y pasar bien con su familia. Agregó que en Miranda, de donde llegó, no se ve tanta actividad en un semáforo como aquí y agradece haber llegado a esta ciudad de la cual conocía poco. Dijo que hay que ser rápida para vender el periódico y dar el vuelto. Destacó que en Portoviejo las personas son muy generosas y buenas.El ímpetu comercial en el sector se mantiene durante todo el día y parte de la noche, cuando los vendedores de accesorios son reemplazados por artistas nocturnos que con fuego que sale de la boca tratan de conquistar a los conductores que deben frenar como lo ordena el rojo.
EL DIARIO