Una calle a la que el sismo la fortaleció
Tranquila, solidaria, sin escándalos. Así es como definen a esta calle los habitantes más antiguos, aquellos que la vieron crecer.
No se trata de un mercado, pero en ese tramo de la calle 9 de Octubre, en la intersección con la Espejo, es posible encontrar desde un radiador hasta un celular, desde un colchón hasta un pastel de pollo calientito. El movimiento, según Carlos Segarra, siempre ha sido una característica del barrio, ese barrio al que llegó hace 50 años y que se ha esmerado por salir adelante ante las adversidades, la principal de ellas, el terremoto del 2016.“Muchas casas se cayeron por aquí. Yo no estaba en el país, estaba en Estados Unidos, y cuando vine mi casa ya no estaba”, cuenta don Carlos, sentado en una silla plástica en el portal de lo que fue su vivienda, la cual ahora es de caña.Alzando el tono de la voz por la intensa actividad comercial que le rodea, explica que el barrio cuenta con todos los servicios, que antes, en la esquina de la Espejo los recolectores de basura no se llevaban los desperdicios, sino que la amontonaban, lo que causaba gran malestar.Respecto a lo demás, siente que el barrio se está quedando sin sus fundadores, sus amigos y compadres, que ya comenzaron a irse.“La semana pasada se murieron tres de golpe”, comenta don Carlos, mientras la nostalgia de los tiempos idos se le comienza notar en la mirada.
EL DIARIO